30 septiembre, 2006

El maravilloso mundo del guión

Como tantas veces, aprovecho las madrugadas para darme una vuelta por mis blogs favoritos, la mayoría de guionistas, primero los que escriben en español, luego los demás, y el único que menciona la carta blanca a la tortura que el Senado de los EEUU ha otorgado a su Gobierno es Kung Fu Monkey, parece que para los demás la cosa no va con ellos, pero eso nunca se sabe...

Primero vinieron a buscar a los negros, y yo no era negro así que no hablé.
Después vinieron por los socialistas y comunistas, pero no era lo uno ni lo otro así que no hablé.
Después vinieron a por los judíos, pero yo no era judío así que no hablé.
Y cuando vinieron a por mí ya no quedaba nadie que pudiera hablar.
Por cierto, esto no es de Brecht como se dice, si no de Martin Niemöller, pastor protestante alemán.
Pero éste sí:
MALOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA
Ya sé que sólo agrada quien es feliz.
Su voz se escucha con gusto.
Es hermoso su rostro.
El árbol deforme del patio denuncia el terreno malo,
pero la gente que pasa le llama deforme con razón.
Las barcas verdes y las velas alegres de Sund no las veo.
De todas las cosas, sólo veo la gigantesca red del pescador.
¿Por qué sólo hablo de que la campesina de cuarenta años anda encorvada?
Los pechos de las muchachas son cálidos como antes.
En mi canción, una rima parecería casi una insolencia.
En mí combaten el entusiasmo por el manzano en flor
y el horror por los discursos del pintor de brocha gorda.
Pero sólo esto último me impulsa a escribir.
Bertolt Brecht

22 septiembre, 2006

¿El guión es literatura?

Este verano Abcguionistas lanzó esta pregunta a modo de encuesta, con un resultado de 57'38% a favor del contra un 36'90% que dijeron NO. Reconozco que si hubiera participado seguramente me hubiera alineado con el 6% de no sabe/no contesta, entre otras cosas porque me da igual el asunto. Sin embargo, no hay duda de que autores literarios y guionistas nos movemos en el territorio común de la creación de historias y -aunque nos manejamos con lenguajes diferentes- compartimos inquietudes, dificultades y problemas a la hora de que nuestra creación vaya más allá del mero hecho de contar algo: que el lector o espectador no sólo lo perciba, sino lo viva.

WALTER BENJAMIN decía (permitidme la pedantería) que la diferencia entre periodismo y literatura es que lo que leemos en un periódico no entra a formar parte de nuestra experiencia.
Trasladando esto a nuestro campo creo que esa es la diferencia entre un mal guión y uno bueno. ¿Por qué películas con historias buenas e interesantes, técnicamente bien guionizadas, bien realizadas, etc., etc., al poco tiempo de verlas las olvidas? ¿Por qué -sin embargo- hay otras que, aún sabiendo el argumento e incluso los diálogos de memoria, volvemos a ver una y otra vez, y siempre nos generan emociones, reflexiones o placer? Y eso mismo ocurre en literatura con ciertos libros.
Un antiguo profesor, escritor y excepcional poeta, JUAN CARLOS SUÑÉN, me lo explicaba así refiriéndose a la literatura, pero creo que también puede ser útil para los guiones. Según Suñén hay dos géneros de habla: el informativo y el expresivo; el campo conceptual del INFORMATIVO es la TRANSPARENCIA y el de el EXPRESIVO, la CLARIDAD. Un ejemplo: TRANSPARENTE es el cristal de una ventana; te acercas, lo tocas, miras a través e intentas explicar qué hay fuera: "Está oscuro y parece que hace frío". Pero si abres la ventana, sacas la mano y explicas la experiencia: "frío, punzadas pequeñas, cierta desprotección", lo que abre un campo de sensaciones. La TRANSPARENCIA es lo supuesto, lo externo. La CLARIDAD es lo sentido, lo interno.
Esta conversación con Suñén vino al caso por las objeciones que puso al modo en que yo terminaba un relato basado en una experiencia propia y que yo no compartía, las objeciones, claro. ¿Cómo podía criticar justo lo que a mí me parecía lo mejor del relato, el final? Es más, el texto estaba escrito sólo para culminar con esa "magnífica" frase: "... por primera vez vió volar un volcán".
Pero el maestro tenía razón. Éste es el relato en cuestión.
"... Y estaba allí"
Se demoró un tiempo en cerrar la puerta tras de sí, el suficiente para comprobar que no habían recogido el correo y que no llovía. El primer día despejado desde que llegó hacía ya más de un mes.
Caminaba despacio -aun a riesgo de retrasarse-; le gustaba esa calle: las casas de madera pintada, los tejados de pizarra, las chimeneas de ladrillo. Reconocía los olores al principio tan extraños, pero que ahora le entregaban la medida exacta y casi familiar del espacio recorrido: el cesped recién cortado de la gran casa azul, el pan nuevo de la tahona, la madera enmohecida del árbol caído el verano anterior... Sus ojos registraban los distintos verdes de los árboles del paseo, tan diferentes sin el cristal de la lluvia., y a la derecha, entre las casas, las crestas blancas de la cordillera próxima que, hasta entonces sólo había sido una referencia en el mapa. Luego cruzó el cementerio, sin cancelas, sin vallas, sin ángeles, sólo cruces de piedra y el olor dulce de la hierba. Los edificios del campus, antes quietos contra el fondo de un cielo luminoso, se aproximaban ya al mismo ritmo de sus pasos. Pero no se detuvo, de modo que continuaron alejándose a su espalda a la misma velocidad, esta vez decreciente. Enseguida salió a la moderna avenida, y a la derecha, por la pequeña bocacalle ascendente, a la plaza que llamaban Roja, por el color de su empedrado. Y allí lo vio: colgado en el cielo azul desvaído, flotando sobre una leve niebla gris..., el volcán. Cerró los ojos un instante, y supo que estaba donde quería estar.
(Final fallido: Y allí lo vió (...) el volcán. Cerró los ojos un instante para guardar la imagen y no olvidar que un día había visto volar un volcán)
.
Por cierto, el volcán en cuestión es el Mount Rainer, en el Estado de Washington, EEUU, próximo a Seattle, la mítica ciudad de Frasier, donde tuve la suerte de vivir durante un tiempo

11 septiembre, 2006

IN MEMORIAM 11-S (1973 Chile / 2001 EE.UU)


Violonchelista R. Doisneau

09 septiembre, 2006

Temblad, temblad, malditos

Estoy en la fase "proyectos interesantes a punto de salir", desde hace meses. Una situación conocida para los que sobrevivimos de esto. Es el momento de correr la voz de que estás en el mercado.
Ya he hecho alguna entrevista, ven mi curriculum y me llaman. Hoy mismo, para un "nuevo" magazine igual que todos.

-Verás, queremos a alguien muy creativo, que busque contenidos, con criterio, capaz de darle la vuelta a la actualidad, que genere ideas, nuevas secciones, eskeches, eso sí, con gracia.
(Interrumpes) ¿Y ofrecéis?.
-Ejem, ya sabes como están las cosas con tanta cadena, los presupuestos tirados. ¿Cuándo nos mandas la prueba?.
-¿Una prueba?.
-Nada, para tí está chupado, cuatro tonterías: uno o dos esketches, dos o tres secciones nuevas, y unos cuantos titulares de actualidad comentados con mucha chispa.
-Dime algo de las condiciones: cuánto pagais, hay contrato, por cuánto tiempo.
-Eso ya lo hablarás con producción, si pasas la prueba, claro. ¿Me lo mandas mañana?